Edgar Allan Poe
(Boston, 1809 – Baltimore, 1849)
Hace muchos, muchos años,
en un reino junto al mar,
habitó una señorita a quien puedes conocer
por el nombre de Annabel Lee;
y esta señorita no vivía con otro pensamiento
que amar y ser amada por mí.
Yo era un niño y ella era una niña
en ese reino junto al mar
pero nos amábamos con un amor que era más que amor
– yo y mi Annabel Lee –
con un amor que los ángeles sublimes del paraíso
nos envidiaban a ella y a mi.
Y esa fue la razón por la que, hace muchos años,
en este reino junto al mar,
un viento partió de una oscura nube aquella noche
helando a mi Annabel Lee;
sus deudos de alto linaje vinieron
y me arrebataron,
para silenciarla en una tumba
en este reino junto al mar.
Los ángeles, que no eran siquiera felices en el paraíso,
nos cogieron envidia a ella y a mí,
Sì!, esa fue la razón (como todos los hombres saben
en este reino junto al mar)
de que el viento saliera de una nube, helando
y matando a mi Annabel Lee.
Pero nuestro amor era mas fuerte que el amor
de aquellos que eran mayores que nosotros
– mucho más sabios que nosotros –
y ni los ángeles ni el paraíso encima
ni los demonios debajo del mar
separarán jamas mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee.
Porque la luna no luce sin traerme sueños
de la hermosa Annabel Lee;
ni brilla una estrella sin que vea los ojos brillantes
de la hermosa Annabel Lee;
y así paso la noche acostado al lado
de mi querida, mi querida, mi vida, mi novia,
en su sepulcro junto al mar,
en su tumba a orillas del mar.
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