Por Pablo Nicoli Segura.
Según el ensayista español Rafael Llopis: «La literatura de horror es aquella cuyo fin esencial es producir miedo al lector, mezclado con cierto placer estético».En literatura existen dos tipos de miedo:
– El Natural: que incluye aquellos miedos infundidos por entidades reales como un asesino, un violador, el ataque de un animal etc.
– El Sobrenatural: que se ocupa de aquellos miedos como el que produce un fantasma, un demonio, un vampiro etc.
Aún los términos «Horror» y «Terror» no significan lo mismo. En el primer caso el (H), está relacionado a todo tipo de miedo, cualquiera sea su procedencia. En el segundo caso el (T), está relacionado exclusivamente a esos miedos provocados por entidades que emanan se originan de la tierra, como pueden ser: cadáveres enterrados, cementerios, mundos subterráneos etc.
La literatura de horror del siglo XIX era considerada como expresión fantástica; quizás por las aproximaciones de los términos: fantasma con fantástico; no obstante hoy sabemos que el miedo no es la única condición de lo fantástico; pues incluso el humor le es permitido.
«Una obra literaria es fantástica cuando extraña un hecho sobrenatural; una ruptura, una rajadura de lo imposible en el mundo real, modificado este último al punto de no encontrar explicación a lo sucedido».
Entonces, para estar seguros si un relato es fantástico, debemos plantear básicamente dos preguntas: ¿el elemento o situación en análisis quiebra la realidad del relato o la modifica al punto de romperlo? Y ¿Queda el elemento o la acción finalmente sin explicación?
El elemento fantástico puede delatarse en una acción o más, en entidades, personajes, en la atmósfera, en los objetos etc. Un solo elemento, aislado de la trama argumental dentro del relato, no logra por si solo que éste se torne fantástico; pues para lograrlo es necesario un todo coherente.
La línea que separa lo fantástico de lo «maravilloso», lo «mágico» o lo «milagroso» es realmente estrecha y con facilidad estas tres formas tienden a ser confundidas; no obstante cada una presenta características propias. Es así el caso de:
– «LO MARAVILLOSO», que a diferencia de lo fantástico, el suceso o las entidades en sí, no quiebran o modifican la realidad; todo lo contrario, convive en armonía con esta.
Ejemplo: El mundo de las hadas es un mundo maravilloso que se añade al mundo real sin atentar contra él, ni destruir su coherencia. (Roger Caillois).
– El caso de lo «MAGICO», a diferencia de lo fantástico si puede ser explicado. El suceso se ha hecho posible por intervención de la magia; por tanto no llega a ser algo imposible dentro de la realidad literaria.
– De igual modo, lo «MILAGROSO», puede explicarse por intervención divina o por el poder de la fe.
La ciencia ficción, lo fantástico y la aventura.
La primera obra de ciencia ficción pura, escrita en la historia de la literatura, fue Frankenstein de Mary Shelley, publicada en 1818, obra maestra, injustamente olvidada en el siglo XXI, no obstante logrará, en la ficción, lo que hoy la ciencia pretende alcanzar como un hito trascendental: que el hombre pueda infundir vida a una entidad muerta.
Los conceptos de fantástico y de ciencia ficción poseen sus propias características, incluso se habla de ciencia ficción dura y blanda, dependiendo que tanto exploren la ciencia, la tecnología y los adelantos con respecto a la sociedad y el futuro. Se ha expresado, por ejemplo, que historias o relatos como: la Guerra de las Galaxias, y otras ligadas a los ovnis y extraterrestres, no siempre son ciencia ficción, sino género de aventura, pues el motivo principal del relato no es la tecnología, el escenario es casi una excusa para enmascarar las viejas películas del oeste, pero con escenarios espaciales, y trucar el revólver por la pistola láser o, la espada tradicional por la luminosa.
Podemos afirmar que la ciencia ficción no es literatura fantástica, pues lo fantástico es imposible e inexplicable, hoy mañana y siempre. Es una rajadura, una ruptura con la realidad (modificada), y por supuesto, la ciencia ficción es imposible hoy, pero no mañana, por tanto pierde su condición de fantástico.
Y ahora bien, el género de aventura, con sus características propias (el viaje, la búsqueda, la lucha con el medio, la muerte etc.) puede o no contener características fantásticas, tanto como una narración realista puede contener momentos de verdadero horror, pero que no necesariamente lo condiciona al horror mismo como género, pues esa no es su intención. Lo normal es que en una obra narrativa, especialmente la novela, se entremezclen esas características propias de varios géneros; pero habrá que sopesar cuanto de uno u otro y determinar, con el análisis, a qué tipo de género nos enfrentamos.