- Copiar en fichas todos los finales que se nos ocurran para un relato así como sus inicios, probar todas las combinaciones posibles y elegir la más eficaz.
- Contemplar la vida, los hechos, los sentimientos, las cosas, las palabras… con actitud de asombro, de extrañeza, y escribir a partir de las nuevas percepciones que así tengamos de todo ello.
- Mirar los objetos de nuestra casa como si pertenecieran a otro mundo y escribir sobre la nueva forma de percibirlos.
- De entre todas las ideas que se agolpan en nuestra mente, apuntar una; la más simple, la más atractiva o la primera que podamos atrapar, sin preocuparnos por perder las restantes en el camino.
- Es bueno relajarse unos minutos antes de comenzar a escribir, concentrarse en la respiración, para dejar fluir los pensamientos; tomar al vuelo palabras que pasen por la mente y llevarlas a la página.
- Plantearse la mayor cantidad posible de formas de soledad existentes para desarrollar en un texto la que más nos conmueva.
- Estar alerta cuando nos sentimos angustiados para rescatar aquellas imágenes que dan forma a la angustia.
- Escribir sin estar pendientes del calendario, del reloj ni de lo que consigamos; simplemente, hacerlo.
- Escribir sobre un tema, elegido a conciencia, que nos produzca la más intensa e íntima liberación.
- Imaginar varias situaciones que ocurren en distintos lugares a la misma hora como método para contar algo desde distintos puntos de vista.
- Practicar el aislamiento durante un período programado de tiempo que puede ir desde un día completo hasta una semana, un mes… y anotar lo que experimentamos en ese lapso.
- Escribir un texto a partir de la comparación de dos realidades: recuerdos, sueños, experiencias vividas, sonidos, perfumes…
- Escribir un texto a partir de semejanzas y diferencias que resulten de compararse uno mismo con otra persona.
- Encontrar las palabras que más placer nos produzcan o más significaciones nos provoquen para constituirlas en componentes de una imagen.
- Inventar situaciones, personajes, conceptos que nos permitan transgredir las funciones del lenguaje.
- Analizar todo tipo de palabras buscando la mayor cantidad de explicaciones posibles que en torno a ellas nos aporta material para un texto o nos permite, directamente, constituir el texto.
- Inventar imágenes inexistentes, con mecanismos similares a los productores de frases hechas, y desplegarlas literalmente en un texto.
- Tomar una idea conocida y asombrarse frente a ella como si nos resultara desconocida como método para conseguir material literario.
- Coleccionar refranes de distintas procedencias para trabajar con ellos en un texto.
- Inventar refranes y jugar con su sentido literal.
- Prestar atención a los episodios cotidianos, y convertir cada mínimo movimiento ocurrido en un espacio común -un bar, el metro, un edificio, la playa- en un episodio capaz de desencadenar otros muchos.
- Elegir momentos a distintas horas del día y describir todo lo que sentimos y lo que sucede a nuestro alrededor, más cerca y más lejos.
- Hurgar en nuestro mundo interior, rescatar de él algún aspecto que no nos atrevemos a expresar y ponerlo en boca de un personaje.
- Contar lo diferente y no lo obvio de cada día.
- Rescatar la espontaneidad del niño. Jugar y crear con todo lo que se tiene a mano.
Manos a la obra.
Pingback: Cómo escribir un cuento | Mr.Poecraft Hyde
Son muy buenos concejos. Tengo 17 años y eh escrito muchas historias, pero siempre valoro la opinión y los concejos de otros escritores, porque busco constantemente mejorar. Eh echo la mayoría de las cosas que planteas y puedo decir que son bastante efectivas, y ademas me diste un par de ideas muy buenas, de modo que no puedo sino agradecértelo. Ha sido un placer leer.
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Bueno, gracias por los consejos, he intentado seguirlo, pero la verdad es que no he hecho algunos porque se me hacen muy difícil. Intento escribir, pero dando mi auto critica, puedo decir que no son muy bueno, aunque mis amigas digan que no me martirice tanto que a penas tengo 16 y que iré mejorando.
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