Si bien por naturaleza el ser humano posee el deseo de reglamentar, medir y consignar cualquier pedazo de tierra con el que se tope, es decir, establecer leyes, medidas y títulos de propiedad, no ha podido llevar a cabo esto en el mar. Voluble e indomable, el mar es un lugar al que nadie ha osado reglamentar o fraccionar. Es el océano la gran masa acuosa donde todo puede ser contenido, desde los más horribles monstruos hasta los tesoros inimaginables, desde las más antiguas civilizaciones hasta los hombres más crueles.
Por ellos, no nos debe extrañar que los marinos sean, desde siempre, tan distintos a los habitantes de tierra fierme. Estoicos y frugales cuando navegan; despilfarradores cuando están en tierra, viven como si fuera el último de los días, simple y sencillamente porque puede serlo. Cada vez que navegan, lo hacen con la certeza de que su muerte está a pocos metros por debajo de ellos encarnada en las mandíbulas de un tiburón, en unos pulmones llenos de agua. Son hombres imposibles de domesticar, reacios a someterse a cualquier ley impuesta por los habitantes de tierra firme, acostumbrados a sus propias normas y justicias.
De estos hombres,los más terribles son los que viven sin ley alguna, los piratas. Forajidos del agua salada, personifican a la perfección las características del medio por el que viven y mueren, caprichosos, crueles, audaces como la marea, poderosos como tormentas. Los también llamados bucaneros, filibusteros o corsarios han poblado la imaginación y las pesadillas de muchos por siglos. Desde el comportamiento sofisticado y la audacia de Sir Walter Raleigh, hasta la bufonería del Capitán Garfio.
Para conocer más sobre el tema y desmitificar cualquier creencia, es importante contar con un libro de investigación histórica, y para eso contamos con La vida de los piratas, de Stuart Robertson, en el que a través de documentos de la época, se muestra con fidelidad lo que fue la vida y obra de tan temibles personajes. En este libro podemos enterarnos de las andanzas de los más conocidos bucaneros, desde el capitán Morgan, quien fue nombrado vicegobernador de Jamaica luego de haber ejercido la piratería, hasta el infame Edward Teach, también conocido como Barbanegra, quien sufrió más de cinco heridas antes de morir en combate. En este libro también podremos conocer las características de un buen barco pirata, de los lugares en donde los piratas se congregaban e incluso la razón por la cual eran afectos a los pericos y otros animales.
Otro texto imprescindible es El libro de los piratas, del escritor e ilustrador Howard Pyle. En este texto se mezclan hechos reales con historias ficticias en donde varios de los más famosos piratas aparecen como protagonistas o personajes secundarios.
El gran Arthur Conan Doyle también dedica unas páginas a los filibusteros. En una pequeña compilación, titulada Relatos de piratas, cuenta las andanzas de Sharkey, un pirata del siglo XVIII conocido por su ferocidad y astucia, y de un salteador de caminos de principios del siglo XX. En estos cuentos, el autor de las Aventuras de Sherlock Holmes nos muestra que sabía utilizar como pocos la tensión dramática y la definición de personajes con pocas pinceladas.
Por último, en Corsarios de Levante, el español Arturo Pérez-Reverte cuenta las aventuras de sus personajes representativos, el capitán Diego Alatriste y su entenado Íñigo Balboa. Este libro narra las aventuras de los corsarios que actúan en el mar Mediterráneo, atacando naves del enemigo. Más que una novela, es una serie de episodios que relatan las diversas incursiones de los personajes en el oficio de la piratería.
Esto es sólo una muestra pequeñísima, hay muchos más libros que tratan, desde todos los enfoques posibles, a ese hombre de barba hirsuta, parche en el ojo y pata de palo. El pirata es y será, por mucho tiempo, uno de los principales protagonistas de la imaginación, pues a pesar de su naturaleza sanguinaria y delicuencial, todos los lectores alguna vez nos hemos identificado con su rebeldía y amor por la libertad.