Esto no es una narración fantástica, es tan sólo una naracción novelesca. ¿Es preciso deducir que dada su inverosimilitud, no sea verdadera? Suponer esto sería un error. Pertenecemos a una época donde todo puede suceder. Casi tenemos el derecho de decir que todo acontoce. Si nuestra narración no es verosímil hoy puede serlo mañana gracias a los descubrimientos científicos, tesoro del porvenir, y nadie opinará que sea considerada como leyenda. Por otra parte, no se inventan leyendas al final de este práctico y positivo siglo XIX; ni en Bretaña, la comarca de los montaraces korrigans, ni en Escocia, la tierra de los brownies y de los gnomos, ni en Noruega, la patria de los ases, de los elfos, de los silfos y de las valquirias, ni aun en Transilvania, donde el aspecto de los Cárpatos se presta de por sí a todas las evocaciones fantásticas. No obstante, conviene hacer notar que el país transilvano está todavía muy apegado a las supersticiones de los antiguos tiempos.
El castillo de los Cárpatos, (Le Château des Carpathes)
Julio Verne.