Mi bisabuelo

En aquella habitación todo permanecía
en el mismo estado de no ser la tapicería, que
estaba completamente desgarrada, y por las
arañas que tejían sus telas en el polvo.

                          Walter Scott, Woodstock.

Los venerables personajes de la tapicería gótica agitada por el viento se saludaron unos a otros y mi bisabuelo entró en la pieza -mi bisabuelo, el que pronto hará ochenta años que murió-.
¡Ahí! Ahí mismo, ante ese reclinatorio, es donde se arrodilló mi bisabuelo, rozando con su barba el misal amarillo, abierto por donde marca la cinta.
Durante toda la noche estuvo bisbiseando sus oraciones sin descruzar un solo momento los brazos bajo la esclavina de seda violeta, sin siquiera mirar oblicuamente una sola vez hacia mí, su posteridad, acostado en su lecho, su polvoriento lecho de baldaquino.
¡Y me di cuenta con espanto de que sus ojos estaban vacíos aun cuando parecían leer; que sus labios estaban inmóviles, aun cuando yo los oía rezar; que sus dedos estaban descarnados, aun cuando brillaban de pedrería!
Y hube de preguntarme si velaba o dormía, si era la lividez de la luna o de Lucifer, si era media noche o era el alba.

 

Aloysius Bertrand, Gaspard de la Nuit (1842)

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