El aparecido

Cual los ángeles de ojos flavos
yo volveré hasta tu alcoba,
deslizándome sin ruido
en las sombras de la noche;

y te daré, oh morena,
como la luna, besos fríos,
y caricias de serpiente
reptando en torno de una fosa.

Cuando llegue el alba lívida,
verás mi lugar vacío,
y helado ya, hasta la tarde.

Como otros por la ternura,
quiero reinar por el espanto
sobre tu juventud y tu vida.

Las flores del mal (1857)
Charles Baudelaire.

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