Si en una noche sombría y densa,
un buen cristiano, por caridad,
tras algún escombro viejo,
entierra tu cuerpo elogiado,
cuando las castas estrellas
cierren sus cansados ojos,
la araña hará allí sus redes
y la víbora sus hijos:
tú escucharás todo el año
sobre tu sien condenada,
los aullidos de los lobos,
y de las brujas famélicas,
los juegos de los viejos lúbricos
y de los bandidos las tramas.
Las flores del mal (1857)
Charles Baudelaire.