He decidido dedicar esta semana al conocimiento de algunas de las distintas bibliopatías que aquejan a muchas personas. Sin saberlo, muchos de nosotros podemos ser «víctima» de alguna de las siguientes patologías literarias, es decir, todos podemos ser Enfermos del libro. Analicemos el primer caso:

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El lector del libro ajeno (bibliocleptómano), es muy simple de describir, es aquél amante de los libros que lleva más allá su pasión robando ejemplares para su propio gozo. Es quizá la más grave patología, sobre todo para el agraviado. Este individuo actúa en librerías, bibliotecas públicas, e incluso, en las personales. Este definición también aplica para aquélla persona a la que se le ha prestado un libro y jamás lo devuelve a su dueño. Se le acusa al bibliocleptómano de ser el causante de la aparición de los bibliótafos, es decir, aquéllos que coleccionan gran cantidad de libros, apenas utilizados por ellos mismos, y que se niega rotundamente a compartirlos con alguien mas.

A estos innombrables los podemos clasificar en:

– Ladrón ocasional: Roba siempre que tenga la oportunidad.
– Ladrón ilustrado: Aquél que en verdad quiere un libro, pero no tiene dinero para comprarlo.
– Ladrón por encargo: Sin palabras. Señalado por los libreros como el más detestado.

Dato extra:

El Conde Libri (Guglielmo Libri Carucci dalla Sommaja), 1803-1869, de oficio matemático, es considerado el Patrón de los bibliocleptómanos. Ostenta el título de ser el más grande ladrón de libros en la historia. Los libros robados fueron extraídos nada más y nada menos que de la prestigiosa universidad de la Sorbona, en París, donde era miembro de la Comisión encargada de catalogar la colección de manuscritos de dicha institución.

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Espera la segunda parte de Bilbiopatías el día de mañana.