22 primeras líneas de grandes libros

Dicen por ahí que desde la primer página, primer párrafo y hasta primera línea, un libro debe atrapar al lector para no soltarlo hasta el final. También existe la llamada regla de 1/3 (un tercio), la cual dice que si un libro no te convence en su primer tercio, estás en tu derecho de dejarlo. 

En lo personal creo que un buen primer párrafo es fundamental; por este motivo quiero compartirles las primeras líneas de algunos de mis libros favoritos. Siéntanse libres de escribir las propias en sus comentarios.

22-primeras-lineas

∞ ∞ ∞

FAHRENHEIT 451. Ray Bradbury.
Era un placer quemar. Era un placer especial ver cosas devoradas, ver cosas ennegrecidas y cambiadas.

EL ALEPH. Jorge Luis Borges.
La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza de la Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y  que ese cambio era el primero de una serie infinita.

PULP. Charles Bukowski.
Yo estaba sentado en mi oficina, mi contrato de alquiler había vencido y McKelvey estaba empezando los trámites para desahuciarme. Aquél día hacía un calor del demonio y el aire acondicionado se había roto. 

LA NARANJA MECÁNICA. Anthony Burgess.
-¿Y ahora qué pasa, eh?
Estábamos yo, Alex, y mis tres drugos, Pete, Georgie y el Lerdo, que realmente era lerdo, sentados en el bar lácteo Korova, exprimiéndonos los rasudoques y decidiendo qué podríamos hacer esa noche, en un invierno oscuro, helado y bastardo aunque seco.

YONQUI. William Burroughs.
Tuve mi primera experiencia con la droga durante la guerra, en 1944 o 1945. Había conocido a un hombre llamado Norton que por entonces trabajaba en unos astilleros.

EL EXTRANJERO. Albert Camus.
Hoy, mamá ha muerto. O tal vez ayer, no sé. He recibido un telegrama del asilo: «Madre fallecida. Entierro mañana. Sentido pésame». Nada quiere decir. Tal vez fue ayer.

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS. Lewis Carroll.
Alicia empezaba a estar harta de seguir tanto rato sentada en al orilla, junto a su hermana, sin hacer nada: una o dos veces se había asomado al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía ilustraciones ni diálogos, «y de qué sirve un libro – pensó Alicia – si no tiene ilustraciones ni diálogos?».

RAYUELA. Julio Cortázar. (Lectura convencional, es decir, desde el capítulo I)
¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Port des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.

LAS BRUJAS. Roald Dahl.
En los cuentos de hadas, las brujas llevan siempre unos sombreros negros ridículos y capas negras, y van montadas en el palo de una escoba. Pero éste no es un cuento de hadas. Éste trata de BRUJAS DE VERDAD. Lo más importante que debes de aprender sobre las BRUJAS DE VERDAD es lo siguiente. Escucha con mucho cuidado. No olvides nunca lo que viene a continuación.

AURA. Carlos Fuentes.
Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. Tú releerás. 

EL VIEJO Y EL MAR. Ernest Hemingway.
Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez. En los primeros cuarenta días había tenido consigo a un muchacho. 

DOS CRÍMENES. Jorge Ibargüengoitia.
La historia que voy a contar  empieza una noche en que la policía violó la Constitución. Fue también la noche  en que la Chamuca y yo hicimos una fiesta para celebrar nuestro quinto aniversario, no de boda, porque no estamos casados, sino de la tarde de un trece de abril en que ella “se me entregó” en uno de los restiradores del taller de dibujo del Departamento de Planeación.

LA METAMORFOSIS. Franz Kafka.
Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto. 

EN EL CAMINO. Jack Kerouac.
Conocí a Dean poco después de que mi mujer y yo nos separásemos. Acababa de pasar una grave enfermedad de la que no me molestaré en hablar,  exceptuando que tenía algo que ver con la casi insoportable separación y con mi sensación de que todo había muerto.

LA LLAMADA DE CTHULHU. H.P. Lovecraft.
Sospecho que no existe en el universo mayor dicha que la incapacidad de la mente humana para vincular entre sí todo lo que ella contiene. Estamos morando en un islote de grata ignorancia, circundadas por las aguas negras del infinito, y no nos está predestinado emprender largas travesías.

LOLITA. Vladimir Nabokov.
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.

EL CORAZÓN DELATOR. Edgar Allan Poe.
¡De veras! Soy muy nervioso, extraordinariamente nervioso. Lo he sido siempre. Pero, ¿por qué dicen que estoy loco? La enfermedad ha agudizado mis sentidos, pero no los ha destruido ni embotado. De todos ellos, el más agudo era el oído.

PEDRO PÁRAMO. Juan Rulfo.
Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo.

LA ISLA DEL TESORO. Robert Louis Stevenson.
Habiéndome pedido el caballero Trelawney, el doctor Livesey y los demás caballeros que escribiera, desde el principio hasta el fin, toda la historia de la isla del tesoro,  sin omitir nada salvo la posición de la misma, y eso sólo porque todavía queda allí algún tesoro no descubierto, tomo la pluma en el año de gracia de 17…

EL HOBBIT. J.R.R. Tolkien.
En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero sucio, húmedo, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse  o que comer:  era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad.

LA GUERRA DE LOS MUNDOS. H.G. Wells.
En los últimos años del siglo XIX nadie habría creído que los asuntos humanos eran observados aguda y atentamente por inteligencias más desarrolladas que la del hombre y, sin embargo,  tan mortales como él.

CANTO A MÍ MISMO. Walt Whitman.
Me celebro y me canto a mí mismo. Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti, porque lo que yo tengo lo tienes tú y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.

∞ ∞ ∞

Pedro Páramo, La metamorfosis y Lolita son, posiblemente y sin meditarlo mucho, mis inicios favoritos. Inicios fuertes que desde el primer párrafo te atrapan con ese tono tan misterioso e irreal de unos y seductor del otro. Canto a mí mismo es sencillamente hermoso, como todo el poema.

Las brujas, como literatura infantil, me encanta su primer párrafo, pues se apoya y juega con la curiosidad de los más pequeños para mantenerlos atentos a la que está por desenvolverse ante ellos.

Por su parte, los cuentos de terror o suspenso, como El corazón delator La llamada de Cthulhu, aunque muy diferentes entre si, coinciden en inicios donde inmediatamente advierten al lector que lo que a continuación leerán será oscuro y denso, envolviéndolos en una atmósfera cargada de sus peores pesadillas.

 

¿Qué opinas de estas obras? ¿Cuáles son tus inicios de obra favoritos?

 

13 comentarios en “22 primeras líneas de grandes libros

  1. Aquí agrego tres:

    «Eran dos tipos en un sanatorio mental». Alan Moore, The Killing Joke.

    «Vine a Madrid para matar a un hombre a quien no había visto nunca». Antonio Muñoz Molina, Beltenebros.

    «Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Solo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme con mi imagen cubierta de polvo (…) Estoy y estuve en muchos ojos. Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga». Elena Garro, Los recuerdos del porvenir.

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  2. Me ha gustado muchísimo esta entrada. Pienso que un libro me debe enganchar desde el primer instante, omitiendo el prologo y la presentación, pues desde el primer párrafo del capitulo uno. Siempre me a gustado el inicio de «Historia de dos Ciudades». Charles Dickens

    «Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.»

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  3. Desde que leí las primeras líneas de It de Stephen King se han convertido casi en un emblema del libro, tan significativas para mí como el mismo Pennywise:

    «El terror, que no terminaría por otros veintiocho años –si es que terminó alguna vez–, comenzó, hasta donde sé o puedo contar, con un barco de papel que flotaba a lo largo del arroyo de una calle anegada de lluvia.»

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