Delicioso menú literario

Escribí esto que es sin duda por demás inusual, pero el hambriento ser que llevo en mi interior se ha revelado, y en un ataque de hambre me lo reveló; espero les guste. Todo con humor. Se trata de lo siguiente: 

En uno de esos momentos en que nadie sabe realmente cómo funciona el cerebro, relacioné platillos/comida con lectura como un conjunto, que pudiéndose mezclar de acuerdo a cada libro nos daría una composición muy pero muy buena. Claro que no cualquier comida puede mezclarse con un libro en particular, por ejemplo, no puedes comer un postre mientras lees la novela más triste del mundo, no es una buena mezcla en mi opinión. Así que me di a la tarea de mezclar dos ingredientes esenciales en mi vida: libros y comida, y éste fue el menú resultante:

menu literario

∼ PLATILLOS ∼

Tacos (No podía empezar mejor).- Cualquier libro de Jorge Ibargüengoitia, pues solo él supo cómo resaltar el sabor del pueblo mexicano en sus novelas. Imagínense leyendo «Estas ruinas que ves» o «Dos crímenes» mientras que a la par te deleitas con unos buenos tacos de lo que sea, y si son acompañados de sala verde mejor, picoso como el humor del autor. La perfección.

Barra de pan.- Así sin más, únicamente pan. Es triste pero es lo ideal para leer El señor de los Anillos y sentirte como Frodo y Sam en su larga travesía hacia las tierras de Mordor en su tarea de destruir el Anillo Único. Podrás imaginar que en realidad tu pan es una lemba y recuperar tus energías mientras lo comes; las necesitarás para leer tremenda trilogía.

Pizza.- Un favorito a nivel mundial, demos gracias a los italianos por ella. Con una buena pizza podrás disfrutar mejor del clásico de terror Frankenstein, ¿por qué? Imaginen una pizza de por lo menos tres carnes, dos quesos, algunos vegetales, especias varias, masa crocante y orilla rellena; al igual que la criatura del libro se compone de diferentes elementos que juntos hacen un todo monstruoso. No cometas el error de Victor Frankenstein y la dejes a su suerte; dale calor, un plato grande y disfrútala.

Hamburguesa (de McDonalds).- Estas pseudo hamburguesas bien podrían ser las Dorian Gray del mundo de la comida rápida. Son visualmente hermosas con carne jugosa, vegetales frescos, pan recién horneado y cada diminuto detalle cuidado al máximo. Pero la realidad es que no es mas que una espantosa apariencia, pues en su interior, como nuestro querido Dorian, solo es enfermedad, muerte, malicia. Y por si fuera poco, su apariencia perfecta puede perdurar por mucho tiempo.   

Hongos.- Se pone un poco más intenso este menú. Hongos u «hongos», son libres; ustedes deciden, son buena opción para intentar, o al menos tratar, leer y comprender el viaje alucinógeno del buen Aldous Huxley en su ensayo titulado «Las puertas de la percepción«. Una lectura y un platillo que mezclados podrían llevarte a un «mal viaje».

∼ POSTRE ∼

Chocolate.- Es probablemente el mejor postre que existe, pues su presentación es tan variada y la combinación con otros sabores es prácticamente infinita. Algo que lo hace irresistible. Y por supuesto que es lo más cercano que podemos sentirnos a la maravillosa historia de Charlie y la fábrica de chocolates, y al excéntrico Willy Wonka. No importa si lees este cuento comiendo chocolate amargo, la historia te hará sonreír dulcemente. Un consejo: sigue buscando el boleto dorado.

∼ BEBIDA CALIENTE ∼

Café.- De aroma irresistible, esta ancestral bebida no debes de hacerla a un lado al leer el uno de los capítulos más divertidos e irreverentes de Alicia en el país de las maravillas. Por supuesto que estoy hablando del capítulo donde la pequeña Alicia visita el jardín y mesa del sombrero loco. Tómalo con calma y no trates de igualar el ritmo al que lo beben en ese capítulo o terminarás tan loco como el propio sombrerero.

∼ BEBIDA FRÍA ∼

Alcohol.- Elixir de la vida para muchos, compañero de noche para otros, ocasional para el resto. El alcohol es casi fundamental para apreciar y poder sentir el calor que a Charles Bukowski le quemaba las entrañas al sentarse frente a la máquina de escribir, rascarse lugares impropios y acariciar al gato, para en un solo movimiento dejar seco el vaso de whiskey, o lo que sea que estuviera bebiendo, y con otro rotundo golpe escribir un anécdota, una visión o sobre el porvenir gris que tocaba a su puerta.

Esta es por mucho la entrada más exquisita que jamás haya escrito, y seguro más de uno se irá con hambre después de leerla. Buen provecho y felices lecturas.

Y a ti, ¿qué platillos se te ocurren? Ayuda a ampliar este delicioso menú literario.

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