Como ya lo he expresado anteriormente cada que tengo la oportunidad, me considero un lector principalmente de relatos; prefiero la brevedad y la rapidez argumental sobre la paciencia y el lento desarrollo que puede tener una novela; aunque también las disfruto, y mucho, en la gran mayoría de los casos. Drácula y Frankenstein son dos de mis libros favoritos, ambos novelas.

Pero a pesar de que disfruto el desarrollo de una novela, el trepidante ritmo del relato es mi favorito; me resulta admirable cómo en pocas páginas se puede decir tanto, demostrando que mayor cantidad no es sinónimo de calidad. Siguiendo este pensamiento, y en un ejercicio de memoria, me puse a recordar aquéllos relatos que no importa el momento en que los lea, me siguen impactando y admirando.

Me es difícil elegir solo unos cuantos, porque seguramente estaré olvidando otros tantos, pero aún así les presento y comparto estos títulos, acompañados de un breve comentario desde mi punto de vista personal, a pesar de haber leído más de uno hace ya varios años.

Me encantaría que quien guste pueda leer estos relatos, así que he decidido elaborar y compartir con ustedes un archivo en formato pdf que contiene cada uno de estos relatos, para que puedan leer y descargar todos en un solo archivo.
Que lo disfruten.

Berenice, de Edgar Allan Poe.
De Poe podría mencionar 5, 10 o más, pero me decanté por Berenice. Romántico, enfermizo, repugnante, atroz, atmósfera; imposible quedarse indiferente a su lectura. De los finales más grotescos e impactantes que puede haber en su obra.

Las ruinas circulares, de Jorge Luis Borges.
A Borges siempre lo he considerado un Maestro en toda la extensión de la palabra. Un erudito, casi un sabio del lenguaje y del arte de narrar. Y aunque me cueste elegir solo un relato de él, es este el que más me impactó y me dejó boquiabierto al finalizarlo.

Casa tomada, de Julio Cortázar.
Un relato intrigante que da para la interpretación, y eso precisamente es lo que para mí lo hace especial. Que sea el lector el que lo desenrede y lo exponga a su propio criterio. Relato trepidante que no da tregua y que te recluye como a los protagonistas.

El campesino Maréi, de Fiodor Dostoievski.
De la literatura rusa siempre rescato la enorme humanidad que los autores han plasmado en sus personajes e historias, y claro que esta no fue la excepción. La compasión y la ternura evocarán los más profundos recuerdos en este relato.

Caronte, de Lord Dunsany.
Basado en el mito griego de Caronte, el barquero de Hades, aquél que transportaba las almas de los muertos recientes al otro lado del río, Dunsany, maestro de la literatura de terror, nos regala este excelente trabajo donde se muestra una humanidad nunca antes atribuida a este personaje.

La pata de mono, de W.W. Jacobs.
Un clásico de terror, eclipsado quizá por otros grandes autores del género con un mayor número de relatos, pero este es sin duda un imprescindible.

El buitre, de Franz Kafka.
Este es el relato de más reciente lectura de los que presento aquí, pero me ha impresionado tanto que he decidido nombrarlo ya como uno de mis favoritos. Es el más corto de todos, pero impactante y conmovedor como ninguno.

El Horla, de Guy de Maupassant.
Después de Poe, uno de los primeros relatos de terror que leí fue este. El Horla es realidad, es sueño, es locura. Una pesadilla. Relato Top entre los clásicos del género. Imperdible.

El almohadón de plumas, Horacio Quiroga.
Cuando leí Cuentos de amor de locura y de muerte, hace ya varios años, este fue uno de los relatos que más llamó mi atención, tiene mucho del estilo clásico de Poe. Y el desenlace es digno de ser recordado por mucho tiempo.

El pescador y su alma, de Oscar Wilde.
Sin palabras, simplemente hermoso.

Lee y descarga «Mis relatos favoritos» (Enlace).