Hace algún tiempo les hablé de un maravilloso libro titulado Los Dioses de Pagana, escrito en 1905 por Lord Dunsany; para quien desconozca este nombre, estamos hablando de un hombre que fue para el propio H.P. Lovecraft su principal influencia temprana. El hijo pródigo de Providence se pronunció así sobre Dunsany:
«Su rico lenguaje, su punto de vista cósmico, su remoto mundo de ensueño y su exquisito sentido de lo fantástico, todo me atrae más que cualquier otra cosa en la literatura moderna».
Y es que si bien cuando hablamos de horror cósmico y dioses primigenios, nuestros pensamientos arrojan su mirada a Lovecraft y su círculo de amigos escritores, quienes dieron vida a lo largo de varias décadas a Los Mitos de Cthulhu y su ejército de Dioses.
Así que, antes de los Azathoth, Nyarlathotep, Yog-Sothoth y del propio Cthulhu, Lord Dunsany ya atemorizaba al mundo con una serie de deidades tan antiguas como el propio Tiempo. Estos son los más importantes y mencionados con mayor detalle por el autor británico:
Mana-Yood-Sushai. Hacedor de todos los pequeños dioses. Había trabajado y descansado antes de que hubiera dioses sobre el Olimpo, o antes de que Alá fuese Alá. Nadie puede rezarle, salvo los dioses que él ha creado.
Skarl. Él se sienta en la niebla ante los pies del hacedor, por encima de los dioses de Pegana, y allí toca su tambor, el cual hizo que Mana-Yood-Sushai sintiera sueño y se durmiera. Cuando al fin el brazo de Skarl deje de golpear su tambor, el silencio sobrecogerá a Pagana como un trueno dentro de una cueva, y Mana-Yood-Sushai dejará de descansar…
Kib (el que envía la vida a todos los mundos). Cansado del primer juego de los dioses, consistente en la creación de mundos, Kib jugó con bestias, y llenó la Tierra con ellas. Kib dijo: «Esto es la Vida». Después de este segundo juego, Kib creó al Hombre, lo creó a partir de las bestias, y el Mundo se llenó de Hombres.
Mung (Señor de todas las Muertes entre Pegana y el Borde). Celoso de los juegos de Kib, y temeroso de que se conociera el secreto de los Dioses entre los Hombres, Mung envió la Muerte entre las bestias y el Hombre. Y así jugarán los Dioses, con Soles, Hombres, Vida y Muerte hasta que Mana-Yood-Sushai despierte y los reprenda. «Muchas vueltas tiene la senda que Kib le ha dado a cada hombre para caminar sobre la Tierra. Detrás de una de esas vueltas se sienta Mung».
Sish (el destructor de las horas). El Tiempo es el sabueso de Sish. A una orden de Sish, corren las horas ante él mientras va por su camino. Antes de Sish está Kib, y detrás de él viene Mung.
Slid (cuya alma está en el Mar). «Soy el Señor del agua que se escurre, y de las aguas agitadas y de las tranquilas. Soy el Señor de todas las Aguas en el Mundo y de todo aquello que atesoran los largos arroyos de las colinas; pero el alma de Slid está en el Mar. Allá va todo lo que fluye sobre la Tierra, y el final de todos los ríos es el Mar». Reza a Slid, y no te olvides de Slid, y puede que Slid no olvide enviarte la Muerte cuando más la necesites.
Limpang-Tung (el dios de la alegría y los trovadores melodiosos). «Enviaré bromas al mundo y un poco de alegría. Y mientras la Muerte te parezca tan lejana como el borde púrpura de las colinas, o el sufrimiento tan distante como la lluvia en los azules días de verano, entonces reza a Limpang-Tung. Pero cuando envejezcas, o antes de morir, no reces a Limpang-Tung, pues tú te habrás convertido en parte de un designio que él no puede entender».
Yoharneth-Lahai (el dios de los pequeños sueños y fantasías). Toda la noche Él envía pequeños sueños desde Pegana para deleitar a la gente de la Tierra. Él envía pequeños sueños al hombre pobre y al Rey. Durante toda la noche Yoharneth-Lahai da paz a las ciudades hasta la hora del amanecer y la ida de Yoharneth-Lahai, cuanddo es hora de que los dioses jueguen con el hombre de nuevo.
Dorozhand (cuyos ojos contemplan el fin). El dios del destino es Dorozhand. Sentado sobre las vidas de la gente, y mirando, Dorozhand ve aquello que ha de ser. Sobre quien los ojos de Dorozhand se han posado avanza un final que nada puede impedir. Más allá de donde alcanza la vista de todos los demás dioses miran los ojos de Dorozhand. Todos los Dioses de Pegana han sentido temor, pues han visto la mirada de los ojos de Dorozhand que contempla más allá de los dioses.
Además de los dioses que acabo de nombrar, Dunsany menciona a otros, como los dioses del Hogar, la Cosa que no es ni un dios ni una bestia e incluso a los diferentes Profetas de los Dioses.
«Y del más interior de los valles de Pegana el pájaro del Destino, Mosahn, cuya voz es como la de una trompeta, se elevará con ruidosos golpes de ala sobre las montañas de Pegana y los dioses, y allí con su voz de trompeta aclamará EL FINAL».
